Te encontré vagando sin rumbo fijo, recorriendo cada recodo del
laberinto de mis sueños.
Taciturno y sombrío, protegiéndote de tu sombra bajo el frío
manto que esculpe el invierno.
Te encontré dispuesto a restaurar tu silencio con palabras sinceras
con las que salir del olvido y romper el hielo que cubre tu vida.
Te cobijaste en mi sueño bajo la calidez del refugio del amor
eterno.
Con sigiloso mimo te acercaste a mi nube acariciando el aire que
tu suave aleteo iba dejando.
Te encontré perdido en tu propia sombra de orgullo y miedo,
sonrisa inconclusa se evapora entre la comisura de tu cansada
boca .
Sin esperar respuesta me miraste a los ojos con la intensidad de
acero de tu mirada inquieta.
Triste y atormentada mirada que llevas contigo impresa
como innegable sello de dolor profundo y amargura inmensa.
Te encontré vagando entre los riscos del abismo por el que
transitas,
dudas de amor y muerte que sobrevienen de tu delirio y tu
tormento.
Mientras, en tu pensamiento casi me adivinas y me alcanzas con
apenas un roce, un simple movimiento de tus manos hambrientas,
de tu piel cansada, de la agitación de tu alma,
de la incesante búsqueda que te desorienta,
que te lleva y te trae a una encrucijada ya vivida sin que opongas
resistencia.
Difuminada queda tu sombra y tu cansancio
y en mi sueño navegas de nuevo.
Calma y sosiego para el alma agotada que por el universo de mis
sueños vaga en busca de un oasis de aguas serenas.
Imagen de la red