
Se aceleran tus sentidos (de pasión por mí)
Comienza el sonido bajo de la música que canta el chello, y con ella, se despiertan tus sentidos que se van tornando lentamente en una imagen fija que tienes de mí.
Al compás que marcan las notas me deslizo con gracia y fuerza sobre un pie, sobre el otro, sobre tu imaginación y sobre el ritmo de tus deseos que lentamente se aceleran al vaivén de mi cuerpo que te invita con el clamor de mis brazos.
Se van sumando, uno a uno los instrumentos hasta orquestar una música perfecta en donde no alcanzas a distinguir entre la realidad de lo que estás viendo o lo que inicias a imaginar.
-Pam, pam, pam.
Una a una se escucha la nota baja que soporta toda una melodía.
-Pam, pam, pam.
Es el ritmo marcado por el tiempo que obedezco al moverme y que, al unirse, te llevan a un estado de ansiedad que te invita a dejar de verme ahí frente a ti, para tomarme entre brazos y elevarme al ritmo incontrolable que sueñas imponerme tú.
Aún con la respiración agitada, clamando por la paz que viene después de la lucha placentera por poseer nuestros cuerpos, observo la luna a través de la ventana; incrédula y burlona de lo que acabo de permitir. Burlona porque, a pesar de jurarme que nunca ibas a tenerme, me encuentro yaciendo en tus brazos, en un abrazo que suplico al cielo no tenga fin.
Siento tu mirada, midiendo cada curva dibujada en mi cuerpo, mientras abro la ventana y observo encantada a las estrellas, e inmediatamente, te siento. Siento en mi espalda el roce aún tibio de tus pechos y el deseo que me obliga a rendirme de nuevo bañando tu cuerpo de besos, inundando de caricias y deseo tu vida y tus ilusiones.
-Pam, pam, pam
Una a una se escucha la nota baja que soporta toda una melodía, la nota baja que me lleva a tus brazos y a tu cuerpo; hasta que sin aviso entra una pausada nota aguda que va creciendo melodiosamente hasta llegar al volumen perfecto que causa salgas del estupor en el que te habías sumergido.
Y ahí sigo yo. Danzando, sin siquiera reparar en tu existencia, embrujada y atada a las notas que me poseen a cada instante.
Atada a ellas y mi danza, de la manera perfecta que tú jamás lograrás.

«Me llamo Nora, vivo en la ciudad de León en México y tengo 53 años.
Desde siempre me ha encantado leer y crecí con historias de cuentos y hadas en las que los sueños se hacen realidad.
Me encanta la novela histórica y la poesía.
En mi juventud escribí y publiqué algunas obras y abandoné las letras para retomarlas apenas hace un año, disfrutando muchísimo pintar en pliegos mi vida y las que me puedo robar en mi andar diario.
¡Gracias por leerme y sentir mis palabras en tu ser!.
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