Aquellos días se volaron
como besos mojados,
como garzas en febrero
buscando su nuevo tiempo.
Aquellos días se perdieron
como la vida de un ciego
que por mucho mirar el mar
ni puede ver, ni mira.
Aquí dentro
en lo de adentro.
Aquellos días
ciénagas vacías se demoraron,
al albur de años ajados,
ensimismados,
de destinos destinados
al volver los ojos lacrados de lluvia.
Amotinados.
Las acacias deshojadas
son los corazones perdidos
que se incrustan en la fuerza
del tormento del destiempo
en el pecho inherente
del poeta valiente.
Que ni vende ni siente.
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Porque yo tuve la impresión de volver al mundo:
Atrás,
fue la ensoñación,
de que el tiempo se nos fue
todo alrededor giró
sin parar la aguja del reloj.
Intermitente el mundo va
y viene sin querer
volver la vista atrás,
estatua de sal,
la fusión,
entre el bien y el mal.
Y aquel que dijo y fue,
esa tentación,
¿Dónde coño se escondió
¿Qué olvidó
todo aquello que inculcó?
Bárbaros que de su fe
abrazaron destrucción.
Ciega la humanidad,
apegados a su vanidad,
oligarcas de la santidad
que deciden el destino
de la sociedad…
Y nosotros sin saber
que la ciencia del saber
nos enseña de verdad
lo que es la libertad.
Piensa con cerebro vascular
no con dilema celestial.
Acuérdate de lo que dijo aquel;
Señores, iglesia y estado,
nos quieren analfabetos.
******
Y la luz que iluminó tu rostro
fue un rayo de esperanza en el sentir,
de las ganas de vivir
en la fe de un ateo.
Consagrado si hubiera de morir,
junto al rayo,
que de matarme, ha de gemir.
Si la verdad cupiera…
En el hondo.
***Hicieronoslo mirar***
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