Aún recuerdo un dulce encuentro con una cereza, me la encontré en el fondo de tu boca al besarla y le hizo al sol caer de espaldas en el regazo de la luna, sumiso cual eclipse perfecto.
Seguro que te depararía una sorpresa si te regalo un ramo de flores, sobre todo si las arranco de tu jardín, sabes que yo soy así, laberintos quedan, miles en mi cabeza, que no deja, inquieta, de buscar siempre una salida, una salida válida que me lleve a donde las palabras me olvidan y me dejan mudo y quieto, paralizado. ..Allí, sobre tu universo.
Constelación por donde orbita siempre el mundo conocido, mi mundo, que no deja de estar repleto de moscardones que solo piensan en los amargos momentos, cuando lloras, en los que no se te ve sonreir. ¿Dónde quedaron esos amigos que decían que jamás se iban a ir? No nos hicieron caso, ni un duro apostaron, ya ves, solo veían el llanto. Y no se acuerdan más que del aire que les guía, su aire. Pregúntales si es eso es cierto, no tienen porvenir. Date cuenta que nos sobra el valor que les falta a sus noches en vela. Les desquicia nuestro sino, nuestra vida. Nos hemos jugado la vida entera asumiendo nuestra condena, demasiadas veces ya, por causas perdidas y no me apetece quedarme fuera ahora. Aunque no tenga más remedio. Hoy viajo junto a Caronte por el limbo de tus sueños.
Y es por eso por lo que ahora me he dado cuenta que el infierno es solo humo, por eso le digo al mundo que seguimos estando vivos, que no estamos desorientados, que nuestra alma será siempre imperecedera aunque les duela. Y volvería a morir por ti una y mil veces. Una y otra vez.
Que grande gustavo bonita reflexión, si señor un abrazo crack
Gracias Pedro.
Esa es una gran serie de recuerdos, Pedro. Y después de que todos los recuerdos se han hecho y el recuerdo, la última línea de su trabajo lo dice mejor: “Y yo moriría por ti mil veces y otra vez.”.
Gracias de corazón.