Mi triste sonrisa se pierde entre olivos
lejos por siempre del fruto prohibido.
Miro tus ojos y escribo letras emborronadas
viviendo y muriendo por amarrar tu mirada
y soñaré cada noche por volver a ver
escuchar tu sonrisa cada amanecer.
es la razón que roza la sinrazón
porque el corazón no entiende de ridículo
y revierte a dos en dos el círculo cabrón
que distancia la cordura de la evasión
cuando todo rompe lo hondo
al fluir el nacimiento en el interior
de cada momento anclado a ti.
Gustavo García Pradillo