En el pequeño jardín de la iglesia
se agradece el murmullo
de las hojas.
Rezuman vida en mil tonos de verde
danzando al son del aire
En este silencio
su algarabía de color
es risa de niños inexistentes
compañía bienvenida
en ausencia de mi gente
El pueblo prepara fiestas.
Me toca recluirme en casa
el único ruido que agradezco
es el de la hojarasca
Mil veces prefiero ausencia
al bullicio de la verbena.
del que huyo encerrada en mi patio
Sólo el campo, el monte,
la dehesa
me resarcen de la nada
en la que envuelvo mis letras
y las sello con lacre
para que nadie las lea
Pena, los sentimientos
ahogados en el pozo,
mejor escondidos
que causando burlas de extrañas
Ellas, mis letras, son tímidas.
Se sonrojan al mirarlas,
y hasta la más leve sonrisa
las ahuyenta y amenaza.
Vuelven a su caparazón
para no ser encontradas.
Retraen su fluidez,
si se sienten engañadas.
Las letras, al fin y al cabo,
si las dejas,
son las palabras del alma.
@carlaestasola
Extremadura, día 6/10/2016 a las 16:00
Una preciosa composición, no ser muy de fiestas es una opción y una buena ocasión para escribir unos versos. ëstos me han gustado. Un abrazo.
P.S. Desde lo más alto de la meseta.