Samuel condujo en el más absoluto de los silencios y sin apartar la vista de la carretera hasta que aparcó frente al restaurante y Norah le preguntó antes de salir del coche:
– ¿Estás enfadado?
Samuel suspiró antes de volver la cabeza para mirarla a los ojos y le respondió tratando de que su voz sonase calmada:
– No estoy enfadado, pero tampoco estoy contento. – Le confesó Samuel. – Gerard Benson nos ha amenazado con irse con la competencia y saber que le conocías y ver cómo te abrazaba no me ha puesto de mejor humor.
– ¿Estás celoso? – Preguntó Norah sonriendo divertida.
– ¿Debería estarlo? – Le preguntó Samuel con el ceño fruncido y sin dejar de mirarla a los ojos.
– No deberías estarlo y por muchas razones. – Le respondió Norah encogiéndose de hombros. – Eres mi jefe, se supone que no deberíamos estar haciendo esto.
– Si supone un problema para poder salir contigo, el lunes pongo mis acciones a la venta. – Le dijo Samuel sin bromear. – Dame una oportunidad para conocerme, olvídate que soy accionista de Events. Si decides no seguir viéndonos yo lo aceptaré y no te molestaré. Ya te dije que mis intenciones no eran cambiar el funcionamiento de Events, por lo que no tendrás que verme si no quieres.
– De acuerdo, pero tienes que dejar de fruncir el ceño. – Le dijo Norah con dulzura, besándolo levemente en los labios.
– Una cosa más, ¿has tenido algo con Benson? – Le preguntó Samuel.
– Me salvó la vida cuando tenía quince años y desde entonces siempre se ha preocupado por mí. – Le dijo Norah. – Es como un hermano mayor, no tienes ningún motivo para estar celoso de él.
– De acuerdo, pero continuaremos con esta conversación en otro momento. – Sentenció Samuel y le dio un beso en los labios. – Vamos a entrar, Josh y Amy estarán esperándonos.
Bajaron del coche y entraron en el restaurante cogidos de la mano. Josh y Amy les esperaban sentados en una de las mesas y se unieron a ellos.
Mientras cenaban y bebían, Amy sacó el tema de que pasarían el fin de semana en Palmville y eso hizo que ambos amigos arrugaran la nariz, sobre todo ahora que sabían que probablemente allí las chicas se encontrarían con Gerard Benson.
– Por cierto, mis abuelos quieren que paséis el fin de semana con ellos si no estáis ocupados, les gustaría agradeceros lo que ambos estáis haciendo. – Les dijo Norah.
– Se lo prometí a Anne, así que cuenta conmigo. – Le confirmó Samuel.
– ¿Qué dices tú, Josh? – Le preguntó Norah.
– Me encantaría ir, si a Amy no le importa. – Contestó Josh tímidamente.
– Me encantará que vengas, pero debes saber que mis padres viven en la casa de al lado de los abuelos de Norah. – Le advirtió Amy.
– Me muero de ganas por conocer a tus padres, muñeca. – Le dijo Josh divertido.
Amy besó a Josh y Norah se acercó a Samuel y le susurró al oído:
– Deja de pensar en Gerard, estoy segura de que acabará firmando el contrato con vosotros.
– No es eso lo que me preocupa. – Le dijo Samuel.
– Pues no tienes ningún otro motivo para preocuparte. – Le recordó Norah la conversación que habían tenido en el coche. Se acercó aún más a él y le susurró sin que nadie más la escuchara: – Tendré que ocuparme de quitarte toda esa preocupación esta noche.
– ¿Cómo piensas hacerlo, pequeña? – Le preguntó Samuel sonriendo descaradamente.
– Tendrás que esperar para averiguarlo. – Le contestó Norah sonriendo pícaramente.
Entre bromas y risas terminaron de cenar y se fueron a tomar unas copas a un pub cerca del centro de la ciudad, en uno de los barrios que se había puesto de moda.
Tras tomar un par de copas y bailar un par de canciones, Norah regresó a sentarse junto a Samuel que no había dejado de observarla sentado a la mesa.
– ¿Nos vamos a casa? – Le preguntó Norah tras besarle en los labios.
Samuel asintió, le devolvió el beso y, tras despedirse de Amy y Josh, salieron del pub y se subieron al coche de Samuel. Él condujo en dirección a su casa y Norah, que pensaba que pasarían la noche de nuevo en su casa, le dijo al ver la dirección que tomaba:
– Vas en dirección contraria.
– Vamos en la dirección correcta, te llevo a mi casa. – La informó Samuel.
– ¿A tu casa? – Preguntó Norah sorprendida.
– Sí, a mi casa. – Le confirmó Samuel.
Llegaron a una casa enorme situada en el barrio más caro y elegante de la ciudad. Una casa demasiado grande para que viva un solo hombre. Samuel le enseñó a Norah toda la casa y dejó su habitación para lo último, donde pensaba pasar con ella el resto de la noche. Norah adivinó las intenciones de Samuel en cuanto vio aquel brillo en sus ojos y decidió ponérselo fácil, se volvió hacia a él y, a un metro escaso de distancia, se desnudó frente a él, dejando caer su vestido al suelo y quedando vestida tan solo con su ropa interior.
– Pequeña, eres realmente tentadora. – Le dijo Samuel con la voz ronca.
Se acercó a ella despacio y la envolvió entre sus brazos al mismo tiempo que la besaba y acariciaba. Norah empezó a deshacerse de la ropa de Samuel y él la dejó hacer mientras acariciaba sus pechos y mordisqueaba sus pezones.
Pasaron la noche haciendo el amor una y otra vez hasta quedarse dormidos completamente agotados por el desgaste de energía.
whowww rakel que interesante, jajaja me encanta lo que me preocupa a ver si samuel tiene otra vida y está casado y con hijos. No se jajaja un abrazo rakel
Jajaja, tendrás que esperar al final, jijiji! Aunque conociendome, ya sabrás que lo mío son los finales felices! Soy una spoiler… 😉