Se le nota la voz,
la vida se detiene
y recuerda el calor
que le daba su gente.
El susurro del viento
no le llena los pulmones
y sueña en la playa,
la vida es de colores.
El minuto de arena
rompe los cristales,
que tiempo no le queda,
invade sus postales,
y baja la mirada
la quiebra se le acerca.
Doña guadaña,
oscura se presenta.
Con cara tapada
le espera en la puerta.
Ni sus brazos ni piernas
le ponen problemas
por seguir su galope
donde el premio le toque.
y no encuentra persiana
que le sople en su noche
sabe que por la mañana
subirá en ese coche.
En cajón de madera,
con mirada obstruida,
corazón dolido,
la magia pérdida.
Y en un rincón
desesperados,
sus dos ramas rodean
los abrazos perdidos.
No son más que retoños
de un invierno tardío.
Que sus ojos morados,
de llorar al viento
los recuerdos se quedan
clavados por dentro.
Y cuando llega el final,
no necesito nada,
no quiero nada.
Sólo ser de verdad.
Sólo ser infinito.
Gustvo García Pradillo