Cada rosa amanece
cuando las bestias de la tarde
devoran el lento fantasma
que circunda los pétalos.
“Si logro mencionar la rosa,
no habrá ogros en mi sopa”, dice la niña
“Si logro mencionar la rosa,
mi cama se llenará de orcos
que a eso de las tres licuaré con mi sexo”,
dice la joven.
Se atrasa entonces una rosa en el alfeizar
y duermen velas azules mientras la noche pasa como un barco.
La muchacha se levanta,
atraviesa la ventana
y vuela al parque tibio de las cinco
mientras el invierno sopla en el levante.
La muchacha
se descalza y se sostiene de puntillas
en uno de los pétalos
del enjambre de colosales rosas
que arrojan las estrellas.
GOCHO VERSOLARI