Abrazados en la brisa tenue
de comienzo del otoño.
Las tardes nos albergan
en su morada
frente al agua apacible.
El sol pica aún
en las mejillas
y en el pelo.
Las hojas no terminan de caer
de los árboles y
las hay aún
del color vegetal.
Las noches nos llaman
al descanso abrigado
y en las mañanas
se anhela continuar el ritual.
Las almas caminan
a la par sobre el pasto
besado por el rocío.
El amor amparado
en la aldea soñada,
baila al son de la melodía
que viste de sueños
la piel y el alma.
Muy bellas tus letras Laura. Besos y abrazos enormes